Goulash, uno de mis viajes al paladar en el Yo me largo tour
Las latas de guisos diversos fueron claves en mi supervivencia y alimentación nutritiva durante el viaje que realizamos Nika y yo. Ya en Austria encontré latas de goulash, del que no puedo certificar que sea húngaro como el original y auténtico, pero que quitaban el sentido por su sabor y reanimaban mucho por su contundencia.
Cuando viajo, no quiero complicarme la vida. Cocinar espaguetis o cualquier otro plato supuestamente rápido requiere invertir como mínimo media hora y conseguir un sitio estable y seguro donde poner el hornillo y yo, como practicante infiel de la vida bohemia, prefiero comer justo cuando me doy cuenta de que tengo hambre, en cualquier momento y situación.
Además, como hacía un calor del demonio, bastaba con dejar la lata en la guantera superior de la furgo, cerca del techo, y al cabo de diez minutos el Goulash tenía una agradable temperatura. Abrir la lata, servir en un plato (en las ocasiones especiales, a veces me la comía en la misma lata), comer algo de fruta y... ¡arre dragón!
Las latas de goulash están muy conseguidas, pero en Cracovia tuve oportunidad de comer un goulash no enlatado, que debía ser polaco y no húngaro por la situación geográfica, pero quien sabe... Y realmente la experiencia fue sublime. El goulash es un plato muy popular en Europa del Este y en Centroeuropa y hay diferentes versiones en Eslovaquia, Austria, Croacia, Ucrania...
Total, que no hay que preocuparse mucho de la autenticidad porque seguro que en algún pueblo perdido o en alguna remota aldea elaboran uno igual al que cocinemos (o al que nos salga).
Total, que no hay que preocuparse mucho de la autenticidad porque seguro que en algún pueblo perdido o en alguna remota aldea elaboran uno igual al que cocinemos (o al que nos salga).