Era la vecina de un lugar mágico de
Eslovenia, quizá La Comarca. “Guten Morgen”, me saludó
secamente. “Good morning” respondí sonriendo. Pensé: “estos
alemanes son unos cabeza cuadradas, siempre van con su idioma por
delante”.
Más tarde vi la matrícula húngara de su coche:
“Comarca, trágame”. “Good morning” me deseó al día
siguiente con una inmensa sonrisa y yo le contesté: “Have a nice
day!”. Desde entonces nos sonreíamos con efusión aunque nunca
pudimos conversar. Sonrisas que hablan.
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