Asegura un amigo que a las personas que dormimos en el sofá, en lugar de en la cama, nos pasa algo.
Duermo muchas veces en el sofá, te recoge más, es como una cuna y no hace falta que emprendas un largo viaje de madrugada hasta la habitación. Quizá sí que nos pasa algo o nos falta algo a los que dormimos en el sofá. En mi caso, entre otras cosas, calefacción en la gélida habitación.
Duermo muchas veces en el sofá, te recoge más, es como una cuna y no hace falta que emprendas un largo viaje de madrugada hasta la habitación. Quizá sí que nos pasa algo o nos falta algo a los que dormimos en el sofá. En mi caso, entre otras cosas, calefacción en la gélida habitación.
Cuadro de Alejandro Maass |
Pero estoy en otra fase, ahora tengo un sofá cama desplegado en el comedor en el que las visitas se sientan como pueden, son mis cuarteles de invierno. En verano duermo en mis aposentos, que se está más fresquito.
De todas formas, no soy ni pretendo ser ejemplo de nada, excepto de fiel acompañante de la depresión, que no deja de llamar a mi puerta, de tomar café y copa conmigo, de fumarse mis cigarrillos y de colarse por cualquier resquicio que quede abierto en la habitación de mi ánimo. Siempre ahí, acechante, es mi amiga-enemiga más fiel desde hace décadas.
¡Pero estoy viva! Llorando por las esquinas, riendo por las avenidas.
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