Amado mío, ahora que duermes a mi lado
por fin, después de tanto tiempo,
puedo susurrarte quedamente al oído:
Eres el espejismo inversamente desigual
en que me miro y me reconozco.
Eres el cuerpo que encaja con mi deseo,
eres la voz que respira en mi océano.
Fluye hacia mí, nada a mi vera,
deslízate en mí, juega conmigo a juegos prohibidos.
Tracemos una nueva geografía del placer, juntos.
Me retas con palabras jamás expresadas.
Invento para ti caricias nuevas en la piel.
Te anhelo, me sueñas:
Conjuguemos todos los mundos, osados malabaristas, en éste,
desgranemos juntos las palabras de los maestros.
Atravesemos la escena de puntillas
hasta la nave de los sueños...
...locos
Atesoro tus recuerdos, tus pensamientos, tus sensaciones
esperando, quizás, el momento
en que pueda beber tu voz...
Pero no, no voy a seguir tu aullido
hasta el país de la realidad.
Te escucharé en la distancia
y aullaré por siempre tu ausencia.
Prefiero navegar contigo...
en la nave de los sueños...
locos...
por siempre locos...
Tú y yo.
Los escritores noveles o primerizos todavía siguen creyendo en el hada mágica y redentora de la publicación según la cual cuando consigan publicar un libro su vida cambiará (para mejor) y lo habrán logrado.
En realidad, actualmente, publicar un libro no quiere decir nada, no significa nada -ni siquiera que sea bueno al igual que si un escritor no logra publicar un libro tampoco quiere decir que sea malo- y lo más seguro, a no ser que sea un béstseller de nacimiento, es que se venda poquísimo y que apenas llegue a cubrir gastos y mucho menos a dar dinero y mucho menos a su autor…
Texto: Alicia Misrahi. Página web: www.aliciamisrahi.com