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lunes, 23 de abril de 2012

Editoriales a rebufo, El (In)Mundo editorial IV

Las editoriales no van a la caza de talentos ni de nuevos autores, sólo van a la caza de ventas. Su objetivo es conseguir libros de ventas millonarias con el mínimo esfuerzo e inversión, aunque como es un (in) mundo muy viciado, los libros que obtienen más promoción son, precisamente, los libros de autores mediáticos o escritores famosos que, seguramente, no la necesitarían.

No se divide el pastel de la promoción: todo va a parar a los libros que ya tienen grandes expectativas de ventas.


Si como autor menos conocido, pides promoción (¡o que alguien haga algo!!!), la respuesta es que no hay presupuesto. Y cuando el libro ha salido ya a la venta y no ha obtenido la respuesta esperada en dos semanas, no habrá presupuesto para nada, ni siquiera una mísera presentación con un poco de cava racionado para los pocos asistentes a este tipo de actos. Como no se ha vendido, ya lo dan por perdido.

En este caso, el enemigo es Nielsen, que siempre me imagino como un señor bajito, malhumorado y cicatero que va con un tulipán en la mano y un lápiz en la otra apuntando lo que se vende en grandes superficies como Fnac, Casa del Libro, Corte Inglés… Lo que se vende en las pequeñas librerías no importa, sólo se contabilizan las grandes superficies y si al cabo de un mes el libro no se ha vendido lo que se esperaba, se acaba la promoción. El libro se da por perdido, muerto, acabado…
No es fácil ser escritor y vivir de tu oficio y cada vez… menos. Aun así, me puedo considerar afortunada
Las editoriales tampoco buscan nuevos temas, prefieren apostar sobre seguro en temáticas que ya han tenido éxito en sus editoriales o en otras, según la moda que triunfe. Puede ser la novela histórica de chichinabo que poco importa donde ocurre realmente o los libros de pensamiento mágico tipo “puedes triunfar porque el universo conspira a tu favor”.

Tampoco es condenable que publiquen estos libros, pero sí es vergonzoso que sólo les dediquen tiempo y esfuerzo a los nacidos pá supervender.

Podrían apostar por crear opinión pública y generar cultura e inquietud, pero no lo hacen. Podrían intentar vender sus superventas igualmente y dar oportunidades reales a libros por los que, a priori parecen creer puesto que los publican.

Al fin y al cabo el público no sabe lo que quiere, no digo que sea porque no tiene criterio y no tiene capacidad para escoger (que también en el caso de los muchísimos no lectores que compran libros en el Día del libro, por ejemplo) sino porque incluso los lectores no tienen tiempo real, en nuestra sociedad de las prisas, para tomarse el tiempo de ir de librerías tranquilamente, leer, curiosear en los estantes.

Es más fácil comprar el libro del que todo el mundo habla –aunque se trate de un béstseller prefabricado por una editorial que puede ser hasta un rollazo infumable- o el libro que nos meten por los ojos en las librerías.

Por no hablar del esnobismo y de los prejuicios. Si un libro no está publicado en una gran editorial y apenas se ve, es porque no merece la pena… Que tire el primer tomo el que no sea culpable de este tipo de esnobismo y descarte libros simplemente porque han sido publicados por editoriales desconocidas…
Cada vez que compras un libro porque está de moda, sin conocer su contenido, matas un libro interesante.

¿Y qué pasa con los besos que no se han dado? ¿Y con los libros que no se han vendido?




Pues, fácil: al cabo de un tiempo la editorial decide saldarlos para su venta en librerías de oportunidades o… destruirlos si no les ve salida. Suele comunicarlo al autor que tiene un tiempo para pedir, con el 40% de descuento, todos los ejemplares que quiera conservar. Lo demás… desaparecerá.

Hay algunas editoriales que tienen métodos más expeditivos. En la declaración de ventas del año pasado de una gran editorial me comunicaron que se habían destruido 2.000 ejemplares de mi libro por estar defectuosos… (¡Pues vaya mierda de imprenta que tienen!, ah, no, es que, por estrategia comercial, deben querer que la vida de mi libro se acabe y es la mejor manera de hacerlo, vía exprés). O igual los han vendido y no quieren pagar al autor, ¡yo qué sé!

Resumiendo, las editoriales prefieren destruir los libros a regalarlos, a darlos a su autor gratis, a llevarlos al tercer mundo, a darles una segunda oportunidad… Vivimos en la cultura de usar y tirar, ¿por qué iban a ser diferentes los libros? Algún día hablaremos de todo lo que va a parar a los vertederos de basura, nuevo y sin taras, pero esa es otra historia y la contaré en otra ocasión.

Sumario del artículo:


2 comentarios:

  1. Buena reflexión sobre el mundo editorial, escritores, etcétera. La cosa va más alla, créelo, pero tu exposición es certera.

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  2. jajajaja, ¿es todavía peor, Rafael? Dios, todavía voy con el lirio en la mano :-)

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