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lunes, 29 de agosto de 2011

Sonrisa sin clichés



Creo que tendríamos que revisar los viejos clichés. Por un lado, cada vez hay más hogares “alternativos” compuestos de solteras o solteros por convicción, de una madre separada y sus hijos, de una madre soltera por elección, de algún padre con sus retoños… Y, por otro, seguimos criticando duramente todo lo que nos parece diferente, todo lo que se sale de la norma.


En realidad, la opinión pública más extendida se puede resumir en la siguiente ecuación:
Mujer que vive sola: amargada.
Mujer que no tiene novio o pareja: amargada.
Mujer sin hijos: amargada.
Mujer que se centra en el trabajo: amargada.
Mujer sin pareja y con hijos: pobrecita.
Mujer que vive sola y tiene gato/s: amargada. También solterona (sí, en algunos casos sigue funcionando esa palabrita despectiva).
Mujer “promiscua”: insatisfecha que en realidad busca desesperadamente amor o cariño en lugar de sexo. ¡Ah! Y amargada.
Mujer fuerte e independiente: amargada que nunca encontrará un hombre que quiera estar con ella.
Mujer inteligente: peligro.

Pues vale… Yo me niego. ¡Ya basta! ¿no?


Si los hombres no nos quieren tal como somos, si no asumen las características y cualidades de una nueva generación de mujeres, ¿por qué tendríamos que cambiar?, ¿para qué?, ¿para convertirnos en lo que fueron nuestras abuelas y conseguir pareja a cualquier precio para servirla y adorarla? Ni hablar.

Lo he dicho y lo repito: como muchas otras mujeres de nuestro tiempo, no me cierro al amor y, de hecho, me gustaría encontrar un cómplice… algún día.

No obstante, aunque a veces me sienta un poco sola, no voy a conformarme y a comprar al primero que pase… Y, como yo, hay otras muchas mujeres que piensan así y que no quieren supeditar su felicidad a tener pareja o a no tenerla. Respetable como cualquier otra opción, ¿no?

Un besito soltero y juguetón

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